El Reino de España.

Hace no mucho tiempo un amigo chileno me contó que en su clase de doctorado en una universidad madrileña se debatía sobre Pinochet, y el profesor dando cauce a una metodologia educacional avanzada pidió a cada uno que dijera que significaba Pinochet para ellos. Los alumnos respondieron con adjetivos como “asesino”, “ladrón” e “hijodeputa”, mi amigo en cambio intentó probar suerte con otra definición y dijo:”Franco”. No cayó muy bien este concepto en la sala, lo que a juicio de mi amigo era de esperarse, debido a la muy poca autoconciencia de las gentes que allí estaban, que como buenos españoles eran capaces de criticar lo ajeno, pero muy poco lo propio.


Esta situación la comento pues viene al caso, de que hoy leyendo la prensa española, he visto titulares, como que a Garzón se le juzgará por investigar el franquismo, y que las principales pruebas sobre la corrupción del ayuntamiento de Madrid serán invalidadas. Dos casos que dejan muy mal parada a la justicia española, y que sonrojarían a cualquier jurista latinoamericano a excepción de los de una gran trayectoria corrupta.

Garzón aplaudido por juzgar a tiranuelos latinoamericanos, no causa el mismo placer al juzgar a uno de calibre mayor como Franco, que por lo que sabemos fue mucho más atroz que los Pinochet, Stroessner, Rios Montt, Galtieris, pues asesinó decenas de veces más y se quedó en el poder varias veces más años (salvo Stroeesner que se quedó una cifra similar). El caso español ciertamente ha dado luz a una resaca dictatorial inmensa, como es el claro ejemplo de que un conglomerado político de matriz franquista ose en llamarse “partido popular”, cosa inaudita y avergonzante. Otro ejemplo más sutil sería en los cortes de cabello de los españoles, los cuales son casi militares, con la sola excepción de los gitanos y los heavys.

En cuanto al caso Gürtel, o de las escuchas telefónicas del ayuntamiento de Madrid, que dan luces a una clara red de corrupción digamos que la invalidación de las pruebas es lamentable, dando un claro respaldo a la tesis de que la justicia española es inoperante con la propia realidad. Y la opinión pública que debiera reaccionar tampoco lo hace.


Se nos viene a la memoria el caso del rey español haciéndo callar a un líder bolivariano, 200 años después de que el propio Bolívar hiciera callar a los Borbones para siempre en tierras latinoamericanas. Actitud que en forma lamentable fue claramente respaldada por sus coterrátenos y los medios. O de las claras defensas del gobierno socialista al desestabilizador Aznar que no tuvo ningún empacho al jusificar una invasión a Irak sin pruebas y por sed de petróleo del gigante imperial, o darle validez a un golpe de estado por motivaciones similares a Venezuela, y que mintió a toda España en el caso de los atentados de Atocha.

Tampoco es menor el caso de que muchos emigrados españoles hayan llegado a tierras latinoamericanas huyendo del exterminio franquista siendo tratados como ciudadanos de primera, y que el inmigrante latinoamericano sea tratado con un trato radicalmente opuesto en tierras españolas, padeciendo redadas masivas, encarcelamientos arbitrarios y deportaciones. El poeta Neruda que tambień era diplomático rescató a miles de españoles de campos de concentración y los llevó en barco a Chile. De esto los medios no hablarán.

Mi país terremoteado y todo, mirado a la distancia no se ve tan mal, y el complejo tercermundista que se nos inculca en las aulas va disminuyendo a la luz del conocimiento. Europa ha llegado a la declaración de los derechos humanos luego de masacrarse hasta lo inverosímil, pasando 2 guerras mundiales. Y España o mejor dicho el Reino de España en términos de justicia ha hecho bastante menos que Argentina y Chile en cuanto a los crimenes de su dictadura.


En fin, comencé escribiendo para el público español, pero termino haciéndolo para el latinoamericano, pues la vieja Europa digamos no dará una flor nueva al mundo, la vieja Europa se sigue repitiendo de maneras más sutiles, quizás menos bárbaras pero sólo entre ellos, pero en fin el futuro es de los pueblos del Sur, los que sabemos a ciencia cierta cuales son los modelos que debemos evitar.


Y en cuanto a España, o Reino de España, digamos, que sigue siendo un reino, pero esta vez más para los propios españoles que para el resto del mundo.


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