El movimiento SurDA apoya a Marco Enríquez-Ominami





La SurDA hoy, en medio de esta coyuntura electoral, como práctica política muestra de manera coherente lo que hemos venido sosteniendo y socializando en cada espacio de debate en esta organización y en nuestros entornos sociales durante al menos los últimos cinco años. Quizá el derrotero ha sido distinto a como se esperaba, pero el punto de llegada es el mismo que imaginamos: no hay espacio para otro bloque político en Chile si su construcción no implica la superación de la Concertación y, con ello, la emergencia de una nueva mayoría política que reemplace a esas dirigencias políticas ya claramente fosilizadas, tanto en la Concertación como en la izquierda partidaria liderada por el Partido Comunista.

Un nuevo Chile es posible sólo si terminamos con la gobernabilidad pactada entre la Concertación y la derecha . Ese pacto tiene su expresión en una multiplicidad de instituciones que van desde el directorio de TVN hasta los turnos para la presidencia de las cámaras en el Congreso Nacional, pasando por la convivencia de ambos conglomerados con el alto empresariado, en el directorio de sus empresas, centros de estudios y medios de comunicación masiva. No creemos en eso de que hay que frenar a la derecha porque la derecha ya está aquí y practica una forma de concubinato político con la Concertación en cuyo juego ha entrado sin ningún pudor la dirigencia de izquierda que encarna el PC.

Para nosotros, frenar el camino de la derecha al gobierno y abrir paso a un nuevo periodo político en Chile no pasa por la candidatura de Jorge Arrate . Muy por el contrario, para esta organización, y para el esfuerzo sostenido de sus integrantes, lo único que pavimenta el retorno de la derecha a la Moneda es esa dinámica inmunda de favores y transacciones políticas que van desde las negociaciones con la derecha y el alto empresariado en estos últimos veinte años, hasta el “pacto por omisión” y el ya explícito pacto parlamentario y presidencial entre el PC y las cúpulas más reaccionarias y agotadas de la Concertación. A pocas semanas de la primera vuelta, todo esto queda de manifiesto al ser la franja electoral de Arrate y Frei un solo conjunto político cuyo objetivo es minar las posibilidades del único candidato que puede derrotar a Piñera en una segunda vuelta.

Hay que asumir hoy que existe la posibilidad de romper las variadas formas de la exclusión política y social de las mayorías, con una fuerza social mayoritaria y una nueva política , y no con los pactos instrumentales negociados por las cúpulas. El binominalismo no se romperá mediante enroques políticos cupulares, sino mediante una activa democratización política desde las bases de nuestra sociedad, desde las comunas y sus municipios hasta las regiones y sus gobiernos. Hay un largo proceso de refundación política por delante y el camino recién comienza.

Si la derecha llega a la Moneda, las explicaciones tendrán que darlas otros, especialmente quienes, primero, desde la izquierda se aferran al simbolismo testimonial de sentirse "de la izquierda consecuente”, y segundo, quienes desde esa misma izquierda siguen creyendo que el pacto instrumental acordado con la coalición gobernante representa una cosa distinta a juntar votos para la peor de todas las candidaturas presidenciales que ha llevado adelante la Concertación, y para la lista parlamentaria de ésta en momentos de su manifiesta crisis .

Una campaña sostenida y de una virulencia impresionante ha querido desvirtuar lo que a los ojos del ciudadano común es algo que parece bastante lógico: que Marco Enríquez-Ominami no solo es mejor candidato que Frei, sino que además representa un acercamiento mucho más concreto y viable a las demandas tradicionales del progresismo, de la izquierda, y también del autonomismo del que nos sentimos parte, que el candidato de la Concertación . Más importante aún, sentimos que las identidades, los anhelos, y el sentido común que se han sentido expresados por la candidatura de Marco son los del Chile que queremos hacer avanzar : uno más deliberante, autónomo, crítico, con vocación de transformación y de refundación de la política.

En cambio, nadie en su sano juicio podría llegar a establecer que Frei representa ni milimétricamente el progresismo, a la izquierda o las demandas históricas de la izquierda, pero muchos tratan de convencerse -y luego tratan de convencer a los demás- que votar por Arrate podría tener un sentido más allá de lo simbólico, cuando se huele por todas partes, y las muestras públicas abundan, que la convivencia política entre los gestores del pacto Concertación-Juntos Podemos van incluso más allá de diciembre y se proyectan a una inclusión como aliado político menor de la izquierda comunista al conglomerado concertacionista , o en rigor, a lo que queda de él tras un progresivo abandono y distanciamiento de quienes adhirieron y también contribuyeron a construirlo y mantenerlo como mayoría política por dos décadas.

Romper la hegemonía política de los poderosos: construir el nuevo escenario

Con un respeto profundo invitamos a la militancia de izquierda, a los simpatizantes con las ideas sociales, políticas, económicas y culturales que ha representado históricamente la izquierda, a preguntarse si en verdad consideran que este es momento para acudir a las urnas de manera disciplinada, obedeciendo el mandato de las dirigencias que están viendo un país que debe seguir siendo gobernado por la Concertación. Votar hoy por Arrate es abrirle la puerta de La Moneda nuevamente a Frei, o peor aún, a un Piñera que podría triunfar en segunda vuelta debido a lo agotado de la Concertación y las muy visibles falencias de su candidato. Debate tras debate, Frei se muestra cada día menos sólido y cada vez más vulnerable.

Nos parece triste que la supervivencia política de la Concertación encuentre un aliado en la dirigencia comunista, la cual ha optado por darle la mano a la Concertación cuando era el momento de golpearla . La izquierda no sólo debe concentrarse en derrotar a la derecha, sino también en derrotar aquellas cúpulas concertacionistas que han profundizado el modelo neoliberal y que hoy son capaces de invocar a Allende con el fin de aferrarse al poder sin el menor escrúpulo.

La SurDA no entrará en el debate de corto alcance respecto de las etiquetas políticas de Marco Enríquez-Ominami como candidato presidencial, nos parece del todo irrelevante si se define como “liberal” o “progresista”, como “de izquierda” o “autónomo”. Ese tipo de categorías políticas permiten un acercamiento relativo a algo, pero no son capaces por sí solas de rebelarnos la naturaleza política de un proyecto en gestación. Hablamos desde un momento en que lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer . La emergencia de un nuevo proyecto político pasa en muy buena parte porque haya voluntades colectivas que sepan entender y actuar sobre una oportunidad histórica como esta, volcando sus fuerzas a constituir y cimentar eso nuevo que debe nacer. Para ello, las y los autonomistas que convergemos en la SurDA, señalamos que una condición fundamental del nuevo escenario político es dar una señal clara e irreversible: no votar por la Concertación ni en primera ni en segunda vuelta .

Con respecto a la candidatura en específico, decir que ha sido un proceso surgido con una alta cuota de espontaneidad y carencias de estructuras partidarias pre-existentes, de virtudes y defectos que por seguro tendrá también el candidato, no creemos que existe ni aquí ni en ninguna parte un candidato o dirigente infalible e incuestionable. Hasta ahora, de todas maneras, creemos que él, y el heterogéneo colectivo humano que estamos contribuyendo en su campaña, lo hemos hecho excepcionalmente bien, no solo por lo que dicen las encuestas (es la parte que menos importa) sino porque vemos en la cotidianeidad de la campaña la manera en que miles de chilenos y chilenas a lo largo de todo el país, se despiertan de ese sueño cómodo de no involucrarse, para asumir que ese país que queremos pasa también por su esfuerzo y su voluntad por volver a creer en la política como instrumento para la transformación y la construcción de nuevas realidades. Y eso, esa mística que se mueve con el viento en todas las direcciones, era algo que no se veía hace mucho en vísperas de una elección, y que se parece mucho al encantamiento con la política que provocó el plebiscito de 1988. A ese plebiscito la izquierda también llegó tarde.

Nosotros también lo queremos todo, creemos que nuestro país y nuestro mundo requiere transformaciones profundas y radicales, pero también entendemos que eso no se hace de un día para otro, y que el desafío es siempre abrir las posibilidades para aquello, “abrir la cancha” para que eso sea realizable . Lo queremos todo, pero en algún momento hay que empezar por algo . Nadie nos quitará el derecho de seguir anhelando y construyendo, junto a nuestros hermanos y a todas aquellas manifestaciones organizadas y no organizadas de nuestro pueblo, un país en donde se respete y se reparta de tal manera, que finalmente pueda alcanzar para todas y todos, que democratice las riquezas, el poder político, el bienestar y que exprese de mejor manera la autonomía de las personas y los colectivos humanos . Pero para este puñado de jóvenes y no tan jóvenes, para las surdas y surdos, el tiempo apremia. Nunca antes la ruptura estuvo tan cerca , nunca antes sentimos que había algún sentido en que lo que se pudiera hacer en una elección presidencial, nunca antes la primera vuelta pareció ser tan fundamental.

La lógica política que se mueve en este escenario indica que toda posibilidad y esperanza de construir un nuevo bloque político que haga el antes y el después, depende de que el agotamiento del proyecto político de la Concertación se traduzca en una derrota electoral que provoque un cambio determinante a favor de una nueva mayoría antagónica a las derechas más conservadoras y reaccionarias, incluyendo en eso a la que integra la elite concertacionista . Eso es algo que podría suceder incluso sin mediar gesto alguno por parte de las dirigencias de izquierda: eso es algo que depende del mundo social de izquierda que vive mayoritariamente alejado de los arreglos de sus dirigencias, depende también de los espacios de esa parte de la Concertación más honesta y ciudadana que ya se aburrió de la lógica impuesta por sus cúpulas, y también, de los que hasta ahora han estado marginados de los procesos electorales: entre los no inscritos la adhesión a esta candidatura independiente es sorprendente y esperanzadora.

Apoyar la candidatura de Marco Enríquez-Ominami no es para nosotros un “acuerdo mínimo” para frenar el camino de la derecha al gobierno, es por sobre todo abrir paso a un nuevo período político en Chile, a la construcción de una nueva mayoría política y social, a un impulso activador y estimulante de apropiación y empoderamiento ciudadano en la década del bicentenario : es la hora de un esfuerzo refundador en muchos sentidos de la palabra, de la política, de las instituciones, de esa colectividad humana y territorio llamado Chile.

Apelamos al voto de ese pueblo que sigue recordando al Presidente Allende, al pueblo de Miguel, y a las bases políticas y sociales que derrotaron a la dictadura: las muestras de que Frei no podrá derrotar a Piñera en segunda vuelta son demasiado claras y aún si así lo hiciese, desperdiciaríamos la posibilidad de romper con este pacto de gobernabilidad que nos ha hecho uno de los países más desiguales y conservadores en nuestra América, justo cuando son otros los vientos que soplan transformando la fisonomía política en casi todos los países del continente. Hoy, como nunca antes, este cambio está muy demasiado cerca. Tanto, que lo que haga cada uno de nosotros estas semanas que quedan de aquí al 13 de diciembre podría marcar un punto de inflexión en la historia de nuestro país, en un momento donde todos y cada uno de nosotros podemos ser protagonistas.

DERROTAR EL PACTO DE GOBERNABILIDAD DE LOS PODEROSOS...
CONSTRUIR UNA NUEVA MAYORÍA POLÍTICA Y SOCIAL PARA CHILE


...Con la Esperanza Intacta!

Movimiento SurDA
Noviembre 2009

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