Sobre Venezuela..

Por primera vez en los casi doscientos años de historia de Venezuela, las masas sienten que el gobierno está en manos de personas que desean defender sus intereses. En el pasado, el gobierno siempre era un poder ajeno que se presentaba en contra de ellas. Las masas no quieren el regreso de los viejos partidos corruptos. Las masas, los habitantes de los barrios pobres, los desempleados, trabajadores, campesinos, indígenas, negros, han salido de su apatía y se han puesto de pie. Han descubierto que la vida tiene un nuevo significado, una nueva esperanza. De la noche a la mañana, se han convertido en chavistas, aunque no comprendan muy bien qué significa esto.

Quizá las masas sólo tienen una idea muy vaga de lo que realmente quieren, pero sí tienen muy clara la idea de lo que no quieren. No quieren el regreso del viejo orden, los antiguos partidos y viejos dirigentes burgueses. Han podido probar de lo que significa ser libres y no desean regresar a la vieja esclavitud. Con cada fibra de su ser añoran un cambio fundamental de sus condiciones de vida. Para ellos, esto es lo que significa el chavismo. Y este gran sueño de cambio en sus vidas, en su mente se resume en un solo hombre: Hugo Chávez.

Muchas personas se sorprenden por el fervor -un fervor casi religioso- con que las masas miran a su presidente. Están dispuestas a sufrir hambre y pobreza, a sacrificar todas sus posesiones, arriesgar su vida (como hicieron hace dos años) por él. Esto representa un poder tremendo y explica por qué Chávez ha sido capaz de derrotar todos los intentos de derrocarle. El verdadero secreto de su éxito no está dentro de sí mismo, sino en las masas, y es la fuerza de las masas lo que determina todo el rumbo de la revolución es su principal fuerza motriz.

Los enemigos de Chávez por la derecha no pueden comprender la razón de esto. No pueden entenderlo porque son orgánicamente incapaces de comprender la dinámica de la propia revolución. La clase dominante y sus intelectuales prostitutos nunca aceptan que las masas tengan una mente y personalidad propias, que son una fuerza tremendamente creativa capaz no sólo de cambiar la sociedad sino también de administrarla. Nunca pueden admitir tal cosa porque si lo hacen, admitirían su propia bancarrota y delatarían que no son un agente social necesario e indispensable dotados de un derecho divino para gobernar, sino que son una clase parasitaria y superflua, un obstáculo reaccionario para el progreso.


Allan Woods filòsofo Inglés...

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