El socialismo, Ydelfonso Finol Ocando


Un 5 de mayo, hace ya 187 años, fue el nacimiento de Carlos Marx, el padre del socialismo. A los treinta años su vida parecía larga por tantos obstáculos y persecuciones de que fuera vístima. A esa edad, sus ideas de gran revolucionario tomaron cuerpo en el Manifiesto Comunista, el cual redactó junto con su hermano de luchas, Federico Engels, por encargo de la Liga de los Comunistas.
Marx -contrario a la imagen de mero intelectual- constituyó el modelo del revolucionario incansable que, a la vez que desgastaba sus ojos en el estudio, se entregaba con total pasión a la difusión de la doctrina emancipadora de los oprimidos y a su organización. Nunca dejó de estudiar y actuar.
Bebió del pensamiento más avanzado de la éopca y escrutó los conocimientos científicos que despuntaban con el alba de la era industrial y tecnológica. El socialismo francés de Graco Babeuf y Saint- Simon y Augusto Blanqui fue una de sus fuentes. De ellos tomó aquel socialismo utópico, de raíces cristianas y lo convirtió en un socialismo basado en las leyes de la historia. Comenzó a tener nombre el viejo sueño de la igualdad entre los seres humanos.
Claro está que en Marx lo fundamental es su profunda formación filosófica desarrollada en Bonn y Berlín al calor de los debates sobre la dialéctica de Hegel y el materialismo de Feuerbach, de los que toma sus aportes y los reconvierte en uno propio y original al servicio de la humanidad: el materialismo histórico, que es la herramienta clave para comprender los fenómenos sociales a la luz de la historia.
Un tercer vector que concurre al as luminoso de la doctrina marxista es su estudio de la economía, en particular de la teoría del valor, para los cual se basa en la revisión de los clásicos ingleses Davis Ricardo y adam Smith. Sólo que el barbudo de Tréveris se adentró en las entrañas del capitalismo y fue a sus células y a su ADN, y descubrió el núcleo del régimen de explotación que da origen a la formación del capital: la plusvalía, el epicentro de la contradicción fundamental del capitalismo. Allí están más vigentes que nunca los tres tomos de El Capital.

El socialismo de Marx, sin embargo, no ha pretendido ser en ningún caso una fórmula anquilosada que debe aplicarse mecánicamente a cualquier realidad social e histórica. Ese es el vicio del dogmatismo, que es antagónicamente contrario al pensamiento científico de Marx. Como nos enseñaron nuestros maestros revolucionarios, el marxismo no es una receta, sino una guía para la acción.

La derrota definitiva del socialismo que los centros de poder trasnacional creyeron ver en la caída de la Union Soviética es sencillamente un imposible, porque si "utópico" es seguir creyendo en la posibilidad del establecimiento de una sociedad igualitaria que desaparezca la explotación del hombre por el hombre, más lo es creer que la humanidad dejará de intentarlo.

La igualdad es el más antiguo y hermoso sueño de la humanidad, por el que han luchado los mejores hijos de la tierra. Mientras unos se empeñan en destruir la naturaleza para seguir enriqueciéndose, la mayoría nos empèñamos en proteger el ecosistema para preservar la vida. Mientras unos se empeñan en hacer la guerra para su beneficio, los pueblos del mundo se alzan para conquistar su paz. Y mientras los pueblos del mundo obren en la solidaridad y sueñen la igualdad, el socialismo seguirá siendo el futuro por venir. ¡Viva Marx!

Gentileza A PLENA VOZ (publicacion venezolana)

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