DECLARACION DE CHILENA ANTROPOLOGA DESDE ATENCO

La tortura comenzó y cualquier pequeño movimiento era merecedor de otro golpe más. Cerré los ojos y trate de dormir, pero los quejidos del anciano que estaba a mi lado no lo permitieron, el anciano decía: “mi pierna, mi pierna, dios, piedad, piedad por favor

Comentarios

Entradas populares de este blog

Respuesta a FRENANDO FLORES

El economista jefe del FMI reconoce el "error" de exigir recortes a Europa (subnormalidad absoluta)